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El estudio Ciudades al servicio de todos: Datos y medidas para un crecimiento inclusivo forma parte de la iniciativa de la OCDE Todos a Bordo hacia un Crecimiento Inclusivo. El interés en las ciudades se debe a que es donde más se sienten los efectos negativos de las desigualdades, pero también donde hay más potencial para aplicar soluciones innovadoras para una mayor inclusión. Las desigualdades en niveles de ingresos y otros resultados de bienestar son más altos en las ciudades que en cualquier otro sitio, de ahí la importancia de fomentar un crecimiento inclusivo en éstas a través de políticas en las que el crecimiento y la igualdad sean objetivos que se refuercen mutuamente. El informe proporciona datos sobre crecimiento inclusivo en las ciudades de la OCDE y propone herramientas para aplicar políticas que refuercen este tipo de crecimiento.
Las ciudades son más desiguales
Al estudiar las ciudades de +500.000 habitantes de 10 países OCDE, el informe encuentra que en todos los países, a excepción de Canadá, el promedio de desigualdad en la ciudad es mayor que el nivel medio nacional. Además, las ciudades chilenas son, en promedio, las más desiguales:
Actualmente, aproximadamente el 50% de la humanidad vive en ciudades pero esta proporción seguirá creciendo, y se espera que en 2050 sea alrededor del 70%, debido en parte a la migración desde las zonas rurales en las economías emergentes. El mayor reto es que las ciudades tiendan a volverse más desiguales a medida que crecen. En los últimos 20 años, la desigualdad de ingresos urbanos ha crecido más rápido que la desigualdad de ingresos a nivel nacional en la mayoría de países.
Esta desigualdad urbana se refleja en una segregación espacial; en la que no sólo los habitantes ricos tienden a vivir en vecindarios diferentes a los pobres, sino que éstos últimos además quedan estancados en ellos durante generaciones. Aparte de vivir segregados, la población de las zonas más desfavorecidas tiende a tener una peor calidad de servicios públicos y un peor acceso a viviendas de calidad y empleos. Además, la concentración de bajos ingresos reduce la base impositiva con la que las municipalidades financian las infraestructuras y los servicios de la zona.
El estudio subraya que no sólo hay que analizar los ingresos para medir el bienestar a nivel local. Una forma en la que el informe mide el crecimiento inclusivo es mirando si las ciudades al crecer económicamente, involucraron un mayor número de sus habitantes en este proceso. Los resultados difieren mucho entre ciudades; mientras algunas, como Santiago o Valparaíso, han incrementado tanto su PIB como su participación laboral, en otras, como Querétaro (México), el crecimiento aumentó mientras la participación en el mercado laboral disminuía. En otras, tanto el PIB como la participación se han estancado o disminuido.
Las ciudades ofrecen importantes oportunidades
Las personas que viven en las ciudades tienen más posibilidades de aumentar sus ingresos independientemente de sus orígenes, por lo tanto hay mayores oportunidades de movilidad social. Los ingresos en los hogares son de media un 18% más alto que fuera de las ciudades, aunque los mayores costos de vida pueden compensar este beneficio.
Por ejemplo, en Canadá y en Estados Unidos, los ingresos futuros de los residentes de las ciudades están menos correlacionados con los ingresos de sus padres que en el caso de los residentes no urbanos.
Casi el 40% de los residentes de las ciudades ha completado la educación terciaria, 10 puntos porcentuales por encima que los no urbanos. Esta concentración de capital humano cualificado ayuda a aumentar la productividad y la innovación. A pesar de albergar el 50% de la población de la OCDE, las urbes contribuyeron al 60% del crecimiento del PIB y de la creación de empleo durante los últimos 15 años. Además, en los 19 países OCDE para los que hay datos, el 70% de las solicitudes de patentes se dieron en ciudades.
Políticas para el crecimiento inclusivo en las ciudades
Para frenar la tendencia mundial del aumento de la desigualdad es importante centrar los esfuerzos en las ciudades, y para combatir la desigualdad urbana es necesaria una combinación coordinada de políticas que tengan en cuenta otros aspectos más allá del ingreso; como el empleo, la educación o la calidad de los servicios, y que exista una coordinación entre los distintos niveles de gobierno.
El estudio identifica cinco prioridades clave de política para promover ciudades más inclusivas:
Además, el estudio identifica seis pasos para que las ciudades adapten sus instrumentos de políticas a las condiciones locales: establecer indicadores para medir el avance hacia el crecimiento inclusivo, establecer la escala espacial adecuada para la intervención de política, crear asociaciones estratégicas entre niveles de gobierno y la sociedad, asegurar que los procesos de participación son verdaderamente inclusivos, explotar las fuentes innovadoras de financiación y utilizar el potencial de la digitalización para la inclusión.
Regeneración urbana en Santiago
El reporte dedica un apartado a la exitosa regeneración del centro de la ciudad de Santiago. La población del centro de la ciudad cayó más de la mitad en la segunda mitad del siglo 20, lo que llevó a la expansión de áreas subutilizadas y edificios en ruinas. En los años 90 la municipalidad decidió lanzar el ambicioso Programa de Repoblamiento cuyo objetivo era trabajar con promotores privados y propietarios para movilizar el terreno para un nuevo desarrollo. La iniciativa fue un éxito según destaca el reporte; se construyeron múltiples edificios de alta densidad (con más de 20 pisos) que transformaron el paisaje urbano, la población del centro se incrementó de 200.000 en 2002 a 308.000 en 2012, y para 2013, el 31% de las ventas de viviendas en el área metropolitana se concentraban en el centro.
El informe atribuye este logro a una combinación de factores: